martes, 8 de diciembre de 2009

7 de Diciembre, 2009

Me levanté tempranico shico y me puse a pintar un cuadrito campero de los chiquitos que están de oferta. Para tal ocasión es que traje varias maderitas ya preparadas para pintar. Así que fué simplemente empezar a pintar y quedarme pegao’ al asiento en el transcurso del proceso.

Al raaaato se jueron levantando los demás.
Desayunamos como todos estos días: un buen desayuno. Abundoso el como’é. A su vez muy sano. Regando la mesa distintos tipos de frutas o jugos frutales. Pan con mantequilla untable o una especie de margarina. En este momento no me acuerdo bien específicamente que había sobre la mesa, pero rico, abundante y sano (buena combinación).

Al terminar estos menesteres, hubo un proceso de bañarse, asearse, higienizarse, y demás, por turnos de a uno por baño en un solo baño (el único. típico de cuando hay uno).

Más a la tarde logramos organizarnos como para salir a recorrer en el cuatro ruedas, con palanca al vicio y espejo retroproyector, con aire de exhibición condicionada (los créditos se adjudicarán al cholo juancholo) y algunas cosas más como mal el tero para cargar las cosas... etc...
Salimos rumbiando como para ir buscando un lugar donde se vendieran artículos de artística. Como la ciudad es grande, no encontramos de una las cosas. Así es que pasamos por una galería de un argentino, en donde mañana se inaugura una muestra de la cual me habían comentado; luego pasamos por otra galería/museo de Guayasamín. Creo, sin temor a equivocarme, salvo que me confunda, que es el artista más conocido y reconocido de Ecuador de este último milenio (faaaaaa, no será mucho?).
Como ya nos estaba picando el bagre, nos sentamos a comer en un mini restaurantcito al paso. Cada quien pidió lo oportuno... algunos ceviche, otros ese bicho; otros algo con lomito, ... Delicia es la palabra. No había ensalada, así que Bonita se tuvo que pedir otra cosa. No es que sea vegetariana, ni vegetativa, ni vegetal; pero creo que le andaba faltando el aire del verde de la ensalada para el tímpano derecho, cerca de la muela.

Continuamos con el viaje hacia rumbo por conocer, preguntando y cuestionando a la gente para averiguar lo que precisábamos en aquellos momentos tan preciados como el chorlito de Doña Clemencia del Tamboreo. Nos supieron indicar hasta que finalmente llegamos. Al lado de la artística había una fábrica de algo muy importante, tan importante que la fábrica pertenecía a unos tal Traverso. De todos modos terminamos sacándonos unas fotos los integrantes de la mafia.
Luego pasamos al sector contiguo, DPM (devoluciones x minuto será?), en donde había galería de arte y artística también.
Para entrar había algo así como una puerta doble que paso a exsxsxsplicar: Tiene un eje al medio y se empuja por el lado derecho (donde tiene el cartel de entrada). Pero como se mueve toda la puerta, se puede entrar por la salida, que es lo mismo.

Nos pusimos a ver la muestra de arte de la galería, hasta que un estornudo de Spencer, finalizado en sapucay hizo saltar de la silla a uno que había en el local. Como no se podía parar la risa de los que presenciamos el acto (yo lo presencié desde adentro); fue que pasamos al sector de la artística). Allí compré materiales como para empezar con los encargos que me hiciera Roni (el tío de Louis y José Louis). Como faltaron algunos materiales fuímos a un tercer lugar y los conseguimos (por si alguno se pierde en las cuentas, el primer lugar es donde te conté recién; el segundo imaginátelo y el tercero éste último)

De allí fuimos a hacer un poco de turismo por el malecón salado. Un lugar preparada para el turismo, re bien puestito, y no de panchos. Parqueado, con un montón de flores, árboles distintos unos de otros, puentes colgantes por donde caminamos, techos modernos que parecían velas de barcos a motor... etc. Muuuuuuuuy recomendable para ir los sábados terceros de mes cerca de la madrugada, pero tiene que ser de año bisiesto, porque sino puede resultar peligroso para los que no van.

Así es que volvimos a la casa a dejarme. Como buen Spencer tenía que trabajar. A alguien le tocaba... Así que agarré los pinceles y manos a la obra.
Los otros personajes aquí integrados al blog continuaron su paseo por distintos lugares de la bella Quito: El barrio las peñas, el de los cuatrocientos y pico de escalones; el monte del Sagrado Corazón, con sus buenas escalinatas también... sesétera.


Cuando volvieron ya era tarde. Spencer había emulada a algún artista antiguo, ya que cuando se cortó la luz continuó pintando a la luz de una vela. Fue una experiencia interesante. Cuando volvió la electricidad a visitar el hogar, se dió cuenta de que había estado pintando un sillón de la casa en lugar del bastidor... así que habrá que enmarcar el sillón encargado... jeje

Hasta altas horas de la noche se continuó la charla y los preparativos del viaje. Partirían muy tempranito, a las primeras horas de la madrugada del día siguiente. Spencer los despidió ya que decidió quedarse pintando para llegar a terminar los encargos en tiempo y forma. (no sé de qué forma, pero con alguna forma... en fin).

Tiempo de fiesta del ojo...

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