martes, 22 de diciembre de 2009

17 de Diciembre, 2009.

Empezó todo bien de madrugada. Vino Javier, el compañero de colegio de Carlos y nos acompañó junto con Jocelote al aeropuerto.

Nos despedimos con Carlos y Pepina. Dos personas de corazón grande y bueno. Un ejemplo para seguir. La despedida fue sencilla. Un agradecimiento y un abrazo grande. Luego se volvieron a meter en su cuarto, quizás para no derramar una lágrima.

Montamos en el vehículo a cuatro ruedas y salimos rumbo al aeropuerto, como para hacer el Check in, pesar las valijas, sacudir el samper y mover la catuasa. La despedida de los chicos fue un capítulo aparte, así que será escrito en el tomo XXIV de las aventuras de Spencer y Louis. Cabe destacar que a partir del momento en que se despiden, sólo continúan las aventuras de Spencer, ya que las aventuras de Louis las sigue viviendo él por su cuenta. Yo sólo puedo relatar las aventuras de Spencer por ser el que las esté viviendo... jeje.

Luego de ingresar a la zona de free shops comienza la etapa de la dulce espera. Se produjo un retraso de media hora, así que fue cuestión de aguardarla sentado en una butaca, parándose de a ratos, para las típicas caminatas de aeropuerto, en que la vegija se afloja y se afloja y hay que empezar a correr para llegar al comoé...

Como a todo avión normalmente, la subida se realizó por medio de una “manga”. En el asiento de al lado mío, me tocó viajar con Carlo, un muchacho italiano, estudiante de Ingeniería, pero también amante del arte. También se pudo aprovechar el tiempo como para mirar varias pelis. De comida hubo un poco de carne y puré.

Cuando entró el sueñito después de la comida, al notar Spencer que no había tanta tripulación a bordo del avión, solicitó permiso para cambiarse de asiento a una fila de las del centro, en que se unen varioas asientos. Como la confirmación fue positiva se procedió al cambio de asiento, como para hacer noni acostado en tres asientos juntos.

Al despertarse volvió a su asiento original y comenzó con otras de las opciones que se veían en pantalla. Una de ellas estaba relacionada al aprendizaje de algún idioma, por lo cual me decidí a aprender algo del idioma italiano. Por medio de juegos se va aprendiendo palabras básicas, números, días de la semana, meses del año... etc. También jugué un rato al Sudoku, y continué viendo algunas pelis...

Luego de once horas y pico nos avisaron que ya faltaba poco para el descenso y arribo al Aeropuerto de Barajas. Todavía se podían ver las nubes y el sol, ya que nos encontrábamos por encima de las nubes. Estas se podían ver como si de farallones se tratara, o cadenas montañosas. El disco solar estaba llegando a su ocaso, generando un color dorado en la atmósfera internubilis. Como continuamos descendiendo, las nubes pasaron a estar por encima nuestro, oscureciendo el paisaje, pero nos esperaba una nuev sorpresa maravillosa. A lo lejos se podía ver pueblitos salpicando el paisaje, con sus luces encendidas, como arbolito de navidad. un espectáculo digno de mención de honor.

Aterrizaje o alunizaje? todavía lo estoy definiendo. Pero de todos modos les puedo contar que la terminal es del tamaño del coso, anorrrrme. Tanto que llegamos a la terminal 4 y tuvimos que tomarnos un subte por un buen rato como para ir a las otras terminales, para retirar el equipaje.

Al llegar, luego de la retirada del equipaje que habrá tardado sus buenos 40 minutos se produjo el encuentro con Rulitos y con Fanta (como todos sabemos, los nombres se han alterado para que haya más alternancia doble, sin recule invertido depor medio).

Comenzamos la búsqueda de empresa para averiguar pasajes a Londres para el día sábado. De un lado al otro estuvimos llendo, incluso en auto, dentro de las terminales, como para llegar a la conclusión de que lo mejor era conseguirlos por internet.

Salimos finalmente del aeropuerto de Barajas, como para ir a Madriz propiamente. Se tarda alrededor de media hora aproximadamente para la movilización biyectiva propia del proceso. Si el trayecto se realiza en bus (bondi, colectivo) se demora un poco más.
Ingresamos a la ciudad por el Paseo de la Castellana. Pudimos ver la Puerta de Alcalá, el Ayuntamiento, el Banco Nacional de España... la verdad que una ciudad muy linda y muy moderna... Estacionamos en un estacionamiento bien al centro de la ciudad y fuimos hacia el lugar en donde pernoctaría durante mi estadía, sobre la Calle Gran Vía. Allí me pegué una duchita y dejé el equipaje.

Salimos hacia las afueras de Madrid yendo por la M30 hacia Burgos. Al llegar nos encontramos con la Srta. M. y con Pepe (Síntesis de PPL, Papaíto Piernas Largas). Spencer pudo llamar a su enamorada, como para indicarle que estaba todo bien y en caminado. Sólo restaba el continuar con la búsqueda de pasajes por internet. No saqué por no saber lo de la guitarra Inés, si era considerada como otro bulto, o si se podía llevarla como equipaje de mano. Realizamos un rápido viaje al aeropuerto para averiguar esto y las sospechas fueron confirmadas: No era considerada equipaje de mano. Sería enviada a bodega con el título de “instrumentos musicales” a una zona preparada para el caso.

Volvimos hacia la casa y nos aprontamos para la comida. Estaba todo escrito como para que esa noche comiéramos tortilla con ensalada. Había dos tipos de tortilla, a cual más rica. También había bolas de papa y tomatitos cherry. Todo una delicia. Luego saboreamos un rico te con Piña (Ananá). No sé si sería una alergia a mi lengua o es lo normal, pero al comer una parte de la piña, casi queda chicharrón de lengua, de tal forma se me achicharraba con cada nuevo bocado. A pesar mío, no pude terminar aquel exótico fruto.


Luego se armó una pequeña guitarreada, hasta que fué ganando el sueño y la noción de que convenía levantarse temprano al día siguiente como para aprovechar el día.

Se realizó la vuelta al hotel y Spencer durmió profundamente su primer noche en Madrid.

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